Toda la producción se hizo a mano, tratando de evocar las tradiciones de la zona, lo que hemos escuchado a nuestros mayores, pero sin olvidarnos, en ningún momento, de realizar una cuidada y gran selección de la materia prima, y aplicando el conocimiento técnico que nuestros antepasados sólo habían adquirido con la experiencia.

La elaboración, en depósitos muy pequeños, de tan solo 1.500 litros de capacidad, es mucho más costosa y conlleva mucho más trabajo, pero el resultado es más sorprendente. Los depósitos de menos tamaño nos permiten controlar la temperatura del mosto-vino sin necesidad de máquinas y sin consumir energía. Además, como el volumen es más pequeño, el control y el contacto con el vino en formación es mucho más intenso.

El principal esfuerzo que tenemos que realizar en el proceso de elaboración es el de estar atentos, no perder detalle y escuchar lo que el vino nos está pidiendo.

Las barricas proceden de tonelerías francesas de alta calidad. No pasa un día en todo el año en el que no hagamos una visita a nuestro vino. En especial, los tres primeros meses de la crianza en barrica, trabajamos con lías naturales seleccionadas resultantes de la propia fermentación. Posteriormente, seguimos seleccionando éstas lías, y limpiando el vino de forma natural mediante los trasiegos.

Otra de nuestras inquietudes es llegar a realizar los trasiegos coincidiendo con las distintas fases de la luna, de acuerdo también con nuestro estado de ánimo, y siempre, teniendo en cuenta las necesidades técnicas del vino.

Creemos que estas son algunas de las razones por las que nuestro vino es algo demencial, de hecho, la idea de darle vida nos vuelve un poco locos. Es una bendita locura que nos encanta.